sábado, 11 de junio de 2016

Breves.

A veces llegas a un momento de la vida en el que te permites mirar a tu alrededor y contar todos los asientos vacíos, como si fuera el final de una fiesta de cumpleaños. Sabes que sólo quedas tú para apagar las luces. Mirar hacia atrás siempre es duro, pero nadie habla de lo que jode darte cuenta de lo que pasa justo ahora.

Llegas a un punto en el que te rindes a la rutina sin ser ni si quiera consciente de que existe una, dejas de hacer cosas que antes adorabas y te acostumbras a todo lo que odias. Pierdes facultades, recuerdos, buenas sensaciones, pero sobretodo personas, sin si quiera darte cuenta.

Los que estuvieron años contigo compartiendo aventuras ahora se encarrilan en un tren con el mismo destino que todos. Y da rabia, porque solíais ser vosotros los que andabais fuera de las vías.

Quizá ya han pasado todos los buenos momentos que me tocaban vivir con algunas personas. O quizá crecer y cambiar no es para todo el mundo.

El futuro es difuso y confuso, nunca sabes lo que te depara, pero al mirarlo justo desde este punto, pase lo que pase siempre habrá cosas que duelan, cosas que se vayan. Y sí, es natural y normal, las cosas tienen que cambiar, y quizá, cuando vuelva a leer esto dentro de un par de años, me alegraré de que lo hayan hecho.

Como siempre dicen, lo breve y bueno, dos veces bueno.


Nunca entendí qué puto problema tiene la gente con hacer que las cosas duren.


Y probablemente nunca lo haga. Pero habrá que disfrutar de las dos horas y media de espectáculo. Nadie se acuerda de cuándo bajan el telón.

Tenemos los mejores años de nuestra vida esperando a ser encontrados, perderemos más cosas de las que jamás habremos ganado, y en cierto modo será bonito, porque nadie podrá negar que hemos vivido. No es una carrera, ni un concurso de estatuas, pero quizá a algunos se les acelera el ritmo cuando aún no han encontrado a qué velocidad quieren vivir.

Desde luego, no me quiero pasar la vida como un chico de papel en una ciudad de papel. Y me iré, ganaré y perderé, me olvidaré de las cosas,  y pude que hasta vuelva de pasada a recordar. Dolerá y sonreiré, porque todas las buenas cosas siempre serán mucho más que recuerdos bonitos, y al final, será lo que deba ser. A quién le importa lo que nos espera mientras podamos vivirlo.



Que pase lo que tenga que pasar.