Tiempo, tiempo, tiempo. Todo el mundo necesita
tiempo. Es un objeto de consumo, agotable pero en continua reposición. El bien
más preciado de muchos.
Perdemos el tiempo hablando del tiempo. De
aspiraciones, sueños, de trenes inexistentes que nunca sabes si van a llegar.
Esperamos sentados a que algo extraordinario pase en nuestras vidas. Y así es
como pasan nuestras vidas ordinarias.
Los trenes son una bonita metáfora si crees que se
puede llegar al lugar deseado en el momento que quieres. Todo programado.
Viviendo una vida programada. ¿Te crees que un corredor de cien metros lisos se
sienta a esperar hacer la mejor marca? Las oportunidades son lo que pasan
mientras te sientas a esperar “tu oportunidad”. Los días, las horas, los
minutos. Meses, semanas, años. Todos repletos de oportunidades, de comienzos,
de todo lo que esperas. ¿Y qué haces? Esperar. Intentarlo es demasiado difícil,
¿verdad?
En eso se resume todo, en un montón de suspiros y
alientos frustrados diciendo “yo no puedo, yo no valgo, yo no tengo los medios”.
Sólo son cadenas. Tú eres un grillete de tus sueños, de todo lo que deseas. Y
aún sigues creyendo que el tiempo lo oxidará y se soltará, en lugar de buscar
la llave.
El miedo es el freno de emergencia, la palanca que
nunca nos atrevemos a soltar, y nos pasamos la vida esperando a que nos pongan
en una bandeja el botón adecuado que debemos pulsar. ¿Crees que la vida espera?
Un reloj no para cuando tú lo necesitas, un reloj no espera a pasar al
siguiente día.
La pregunta
es por qué tú lo sigues haciendo.
La vida hay que tomársela con calma, puedes andar, o
correr, pero para hacer ambas cosas hay que moverse. Me cansa el constante
grito de la gente, el desesperado estruendo de sus sueños rompiendo contra el
suelo. El chirriante sonido de su vida muerta, constante, rutinaria. Todos con
grandes aspiraciones y habilidades, pero todos con trabajos de mierda. Todos
pensando en vivir vidas impresionantes, pero todos siguen el modelo que siempre
les vendieron. ¿Tanto miedo da romper el molde? No puede ser más horrible que
todo lo que nos espera dentro.
Tiempo, tiempo, tiempo. Tienes tiempo, y lo pierdes,
¡se te escapa! No lo controlas, no lo manejas, no lo retienes. Y tampoco puedes
retrocederlo.
¿Te vas a arrepentir de haberlo intentado?
Sería peor vivir sin haberlo hecho.
Tú cuerpo, tus límites impuestos, esos son tus
límites. Nunca nadamos contracorriente porque pensamos que jamás seremos lo
suficientemente fuertes. Pensamos que estamos intentando subir una cascada. Es
más fácil seguir la corriente. Pero, ¿sabéis dónde termina? Siempre en el mismo
sitio.
¿Tu paraíso ideal es una fosa común de sueños?
Tiempo, tiempo, ¡tiempo!
Corre. ¡Se te escapa! Te pasas la vida muriendo,
durmiendo. Siempre te arrepientes cuando es la última vez.
Tiempo. ¿Puedes decidir lanzando una moneda al aire
o te importa demasiado que salga lo que quieres y no lo que se supone que
tienes que hacer?
No se le puede llamar vida a un periodo de
existencia en el que no te atreviste a vivir. Y quizá esto no sea lo mejor que
haya escrito,
pero no podía esperar para soltarlo.
Make your lives extraordinary.
No hay comentarios:
Publicar un comentario