viernes, 30 de octubre de 2015

Fuera de las cajas, Revolución.

El camino de encontrarse a uno mismo es duro. Siempre dudas, te dejas llevar, te influencian, algunas personas pretenden decirte lo que eres, otras te lo imponen, y otras simplemente no creen que puedas llegar a ser algo. Siempre creímos que esa necesidad creciente de definirlo todo, también era limitarlo. Porque era lo que nos habían enseñado.

 A no salirnos de la caja.

Das vueltas toda tu vida intentan buscar el recoveco roto de una esquina gastada por el que huir, pero siempre hay alguien señalándote con el dedo al otro lado de esa pequeña salida. Y según caminas fuera, empieza a haber más gente que te señala, te grita, te persigue. Y te cuestionas si la libertad es sólo una palabra en un diccionario sin ningún significado.

Te da miedo salir de la caja.

Y es normal, la comodidad de estar encerrado en un cubículo estético, prototípico y normativo, te da el privilegio de pasar por la vida sin demasiada pena, dentro de lo que cabe, pero tampoco sin demasiada gloria.

Y según das vueltas en tu comodidad difusa y depresiva, que te condena a una vida metida en un cajón, entre las cuatro paredes de una oficina, te das cuenta. Sabes, que no es tu vida, que las paredes ni son tan fuertes, ni las críticas de fuera tan graves. Te aproximas al desastre, cegado por la posibilidad de que cuatro no es un número límite. Cuesta abajo y sin frenos. Y al final, te estrellas. Pero estrellarse no es un accidente mortal, estrellarse, sólo quiere decir que te has ganado un lugar en el cielo nocturno al que no se puede llegar desde una caja. Has saltado a las estrellas.

Y de repente, te das cuenta de que tú eres un muro, y que la caja, sólo es un mimo. Que tu fe inquebrantable y tu pasión por ser y descubrir te llena más que la paga de fin de mes. Te das cuenta, de que libertad, amor y arte no son sólo palabras, que son realidades, con posibilidades insólitas, que son universos en sí mismas. Y que tú, también tienes universos dentro.
Tanto tiempo encerrado en un apestoso cajón que tu piel ha construido una jaula alrededor de ti.

Y ahora ya no necesitas preguntarte más por qué siempre dibujabas a la gente con los ojos vendados.

Críticas, gritos, persecuciones, amenazas. Has salido de su esquema predeterminado, y ha sido inminente, pero sabes perfectamente que tu vuelas mucho más alto que todo eso, que no pueden alcanzarte, y que eso no es todavía ni la mitad de lo alto que puedes llegar.

Ahora sabes que el mundo no se basa en definiciones, que las guías y los diccionarios son para quienes no saben sentir lo que dicen, vivir lo que hacen, ni dejarse llevar. Ahora sabes que el mundo no es sólo cuadrados y rectángulos, que no es una ficha ni un formulario que rellenar. Que tu vida no se cuenta en casillas, en vistos buenos, en carreras, trabajos ni dineros.

Que amar no es una joya, una firma y un montón de papeleo. Que el cielo nunca será el límite porque sólo es el comienzo. Y que las imposiciones, son papeles mojados. Que los estereotipos son cenizas de la idealización colectiva, basada en todo lo que no podemos ser. Que tú no tienes el deber de ser. No tienes el deber de cumplir expectativas. Y que tu cuerpo, no es una jaula, es el arma principal de tu revolución.


La revolución de ser y quererse a uno mismo.



Chaval, te has ganado las alas, y no tienen ni idea de lo alto que puedes volar.


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