jueves, 6 de noviembre de 2014

Esos días.

Llegaba el invierno, y comenzaban otra vez esos días. Días iluminados por un tenue azul que bañaba las calles de soledad. El frío helaba las expresiones de la gente, y todo se resumía en el golpeteo de esos zapatos sucios en hora punta.
Los días parecían golpear mi ventana, pasando uno tras otro como ráfagas de aire.
La melancolía venía a visitarme de vez en cuando, para que no me sintiera tan sola esperando a que el viento me llevara, sentada en la repisa de mi ventana.
Vuelven esos días, en los que el sol no brilla, y me abraza el calor de un buen libro junto con las gotas de lluvia. Subir a edificios a medio construir que dejaron abandonados, gritando el borde, simulando ser uno de esos muchos personajes de mis libros. Pero me falta alguien. 
Sin protagonistas no hay buenas historias.
Vuelven esos días en los que el vapor de mi aliento tiene más consistencia que el humo de los cigarrillos. Que voy despechada, con mucho abrigo, y aún así tengo frío. Esos días en los que el cielo me recuerda tus ojos, y suelto un suspiro cada vez que levanto la cabeza y veo tu alma empapándome de sed. Salir a caminar bajo la lluvia y que las gotas sean más sólidas que todos tus inviernos. Seguir inventando historias del beso perfecto mientras te enamoras de todas esas cartas sin remitente que nunca llegan y nunca vas a enviar.Ir al bosque y ver las hojas caer como todos tus mitos. Y ese azul frío colándose entre las ramas. Angustiadas, rotas, solitarias.
Siempre ese azul.
Ese tono que te transporta, te lleva, te eleva y vuelve a hacer caer de bruces contra el suelo.
Ese tono de ensueño que le resta consistencia a la realidad, y hace todo un poco más llevadero.
Seguir las nubes, intentar rozar el cielo. Perderse en el bosque una y otra vez tratando de encontrar el modo de no volver.
Vuelven esos días, que se pierden en palabras impresas y canciones tristes. Que se ahogan en surcos de vinilo. Que se consumen viendo cómo se marchita una rosa. Y que la hierba se vuelva escarcha. Y te escriba cartas en papel. Días que se pueden perder.
Diferentes, solitarios, fríos.
Días que se pueden perder.

Que se pierden.

Entre literatura barata y poemas de amor vacíos y sobrecargados.
Libros oxidados que tienen más historias que letras. Que tienen más romances que años. Y más tragedias que polvo.
Vuelven esos días mirando las horas pasar, contando las gotas, y con los rayos a modo de lámpara.

Vuelven esos días, 
los días que me gustan.



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